Emisora en linea

Red Activa Radio

Hemos creado un medio de comunicación sonoro, con el único propósito de servir a la sociedad, ser parte del trabajo mancomunado con el servicio activo, generar lazos de amistad y entrega a la comunidad. Somos Red Activa Radio \"Siempre Activos\" somos parte del mejor componente de personal selecto en buen uso de retiro de la Policía Nacional, después de haber servido a nuestro País por varios años, ahora somos un compendio de servidores preparados humana y técnicamente para mejorar nuestras condiciones como Pensionados.

Valor Social


Nos compromete a una responsabilidad con la sociedad a seguir manteniendo el ejercicio de la credibilidad y la seguridad de todos.

Valor de Servicio

Es el compromiso y la satisfacción de hacer el trabajo por naturaleza con cariño y desinteresado. Realizando aportes importantes   a la sociedad y representando dignamente la patria y la institución.

Valor de Desarrollo

Habilitar los conceptos aprendidos y desarrollar procesos de emprendimiento.

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Somos

Fundación Reserva Activa

Somos un grupo que se ha forjado a lo largo de los años, con una historia de servicio y compromiso con la comunidad.

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Actividades

Trabajo social con dedicación

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En el panorama político y social actual de Colombia, parece que vivimos atrapados en una narrativa que bien podría haber salido de las páginas de Ulises de James Joyce. Por un lado, el país experimenta un flujo de conciencia colectivo, donde las voces de los ciudadanos, los movimientos sociales y las comunidades históricamente marginadas emergen con fuerza, exigiendo ser escuchadas. Por otro lado, las instituciones y los líderes políticos parecen moverse como las rocas errantes de Joyce: fragmentados, desconectados y sin un rumbo claro.

El flujo de conciencia de Colombia se manifiesta en las protestas sociales, los llamados a la justicia ambiental y las demandas de equidad. Estas voces, como el monólogo interior de Molly Bloom, están llenas de pasión, contradicciones y esperanza. Sin embargo, el desafío radica en transformar estas reflexiones en acciones tangibles que beneficien a todos los colombianos, especialmente a aquellos que han sido relegados al margen de la historia.

Mientras tanto, las rocas errantes representan la fragmentación política y la falta de cohesión en la toma de decisiones. Los debates interminables en el Congreso, las disputas entre partidos y la polarización social reflejan un país que parece moverse en círculos, incapaz de avanzar hacia un destino común. Esta desconexión no solo frena el progreso, sino que también alimenta la desconfianza en las instituciones, debilitando aún más el tejido social.

Para superar este dilema, Colombia necesita un capítulo  de reconciliación, como el encuentro entre Bloom y Stephen en Ítaca. Es esencial que los líderes políticos y sociales encuentren puntos en común y trabajen juntos para construir un futuro inclusivo y sostenible. Esto implica no solo escuchar las voces del flujo de conciencia, sino también integrar sus demandas en políticas públicas que promuevan la justicia social y el desarrollo equitativo.

Estamos listos para escribir un nuevo capítulo en la historia de Colombia. La respuesta no está en las instituciones ni en los líderes, sino en las manos de cada ciudadano que, con su voz y acción, puede transformar el flujo de conciencia en una narrativa coherente y las rocas errantes en un camino hacia el progreso.

Corchazo: Porque, como decía George Bernard Shaw, “El mundo se compone de aquellos que actúan y aquellos que miran. Colombia debe decidir de qué lado quiere estar.”

Por Giovanny Gómez

Reencuentro de Compañeros Veteranos en el Centro Vacacional de Paipa

El espíritu de camaradería y hermandad se vivió a plenitud durante el emotivo reencuentro de compañeros veteranos de la Policía Nacional, realizado en las instalaciones del Centro Vacacional de Paipa.

Este espacio permitió revivir memorias, fortalecer lazos de amistad y exaltar el compromiso de quienes han dedicado su vida al servicio y protección de la ciudadanía. Una jornada cargada de gratitud, compañerismo y orgullo institucional que reafirma el valor de quienes han forjado la historia de nuestra Policía Nacional.

Han pasado casi cincuenta años desde que Germán Castro Caycedo nos dejó Colombia amarga, un retrato despiadado de un país atrapado en la pobreza, la violencia y la corrupción. Su libro, un grito de denuncia y dolor, expuso la realidad de campesinos despojados, indígenas olvidados, niños condenados a la miseria y un sistema político podrido hasta los cimientos.

Lamentablemente, la respuesta es incómoda. Porque hoy, medio siglo después, Colombia sigue siendo amarga. Los rostros han cambiado, los discursos se han modernizado, pero la esencia del problema sigue intacta. Si Castro Caycedo escribiera su libro hoy, encontraría los mismos dramas con nuevos nombres: desplazados por la violencia del narcotráfico en vez de la violencia bipartidista, corrupción digitalizada y estructurada en redes de poder, y un país donde la desigualdad no es un error del sistema, sino su engranaje principal.

El campo colombiano sigue siendo territorio de nadie. En los años 70, los terratenientes y grupos armados expulsaban campesinos a punta de fusil. Hoy, los monocultivos, la minería legal e ilegal y las disidencias continúan la misma tarea con métodos más sofisticados, pero igual de despiadados. La pobreza rural no solo persiste, sino que se agrava con un Estado que prefiere mirar a las ciudades mientras el campo muere lentamente.

Los indígenas, que Castro Caycedo retrató con respeto y profundidad, aún resisten el olvido y la violencia. Ahora no solo luchan contra el despojo territorial, sino contra el asesinato sistemático de sus líderes. La paz nunca llegó a sus comunidades, solo se transformó en nuevas formas de represión y desplazamiento.

En las ciudades, la infancia sigue condenada a la desesperanza. En los años 70, los niños dormían en las calles de Bogotá, hurgaban en la basura y eran explotados por adultos sin escrúpulos. Hoy, la situación no es diferente. Los menores siguen siendo reclutados por bandas criminales, vendidos en redes de explotación y condenados a una educación que no los saca de la pobreza, sino que los acostumbra a ella.

Y la corrupción, la omnipresente corrupción, sigue siendo el cáncer de nuestra democracia. En los tiempos de Colombia amarga, los políticos robaban con contratos amañados y desvío de fondos. Hoy, lo hacen con sofisticadas redes de lavado de dinero, con sobrecostos en tecnología y con alianzas turbias que garantizan su perpetuidad en el poder. Lo peor es que el cinismo ha crecido: ahora roban, pero lo hacen en vivo, con redes sociales, con discursos bien estructurados que convierten la mentira en verdad y la verdad en una molestia.

Entonces, ¿de qué ha servido todo este tiempo? ¿Para qué los discursos de cambio si el país sigue atrapado en el mismo círculo vicioso? La historia nos grita que las soluciones no vendrán de los políticos de siempre ni de la apatía de una sociedad resignada. Colombia no cambiará con más diagnósticos de su enfermedad, sino con ciudadanos dispuestos a exigir algo mejor. Con una juventud que no normalice la mediocridad, con medios de comunicación que no sean cómplices del poder, con una clase política que entienda que gobernar es servir y no saquear.

Corchazo: Colombia sigue amarga, pero no está condenada a serlo para siempre. Tal vez la mejor manera de honrar el legado de Germán Castro Caycedo no sea solo leyendo su libro, sino actuando para que, algún día, nadie tenga que escribir otro Colombia amarga.

Por Giovanny Gómez

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